lunes, 3 de febrero de 2014

La mujer objeto

Un mal social que todavía existe.


Vivimos en un mundo machista. Desde sus orígenes el rol de hombre dentro las sociedades ha sido y es predominante, incluso si lo analizamos desde el punto de vista de las religiones, Dios tiene una fuerte entidad masculina.

La personificación de Diosas como Eras, Afrodita y Ateneas en la tradición Griega o Kali en la cultura  hindú han quedado relegadas al aspecto mitológico exclusivamente, imponiendo así el concepto de un Dios encarnado en un hombre (masculino). Jesús de Nazareth es quizá el caso más paradigmático como representación del Dios Jehová en la tierra.

Desde los inicios, las distintas razas y sociedades se han ido formando alrededor del macho, incluso en el reino animal esto es común. Hay algunas excepciones tanto en los animales como en los humanos en donde son las hembras quienes toman el control de sus pares. Un ejemplo es el de los lobos, en donde el animal Alfa (dominante) es una hembra o algunas tribus de África cuyo sustrato social es puramente matriarcal, pero son las menos.

Esta estigmatización de la mujer es hoy parte de una contracultura en la que el sexo femenino se convierte en un objeto de usos diversos. La mujer es vista en una gran parte de la población mundial, como aquella que está destinada a la reproducción y la crianza, ese sea quizá su sino ancestral y el cual debemos intentar cambiar. Pero existen otros aspectos que hacen que culturalmente la mujer sea percibida como un objeto.



Por un lado están la explotación del físico y la sexualidad como una forma de dominación encubierta. En reiteradas oportunidades asistimos a  fotografías, vídeos, etc., en donde la mujer es exhibida sin ropa, cual mercancía en exposición. Esta manifestación, generalmente consentida y dotada de cierto halo artístico, no deja de ser en el fondo una sutil manera de apropiación, en donde la mujer deja su esencia a un lado para terminar convirtiéndose en un pedazo de escultural carne humana. Quien observa esa fotografía o ese vídeo, no tiene ni idea de lo que piensa y hace esa bella mujer que posa frente a sus ojos, porque en realidad no le interesa saberlo.  El contrato es: "doy dinero a cambio de ver"


La industria del entretenimiento para adultos es sin lugar a dudas unos de los lugares donde la mujer es realmente rebajada, maltratada física y psicológicamente y sodomizada a cambio de una paga. Si bien la mayoría está allí porque quiere, porque le gusta o porque necesita el dinero, no están exentas de recibir maltratos, verse  forzadas a tener relaciones sexuales cuando no están a gusto, etc. Recientemente la ex actriz porno Shelley Lubben y el grupo activista Anonymous mostraron un vídeo en donde las actrices son cruelmente humilladas y obligadas a tener sexo a la fuerza.


La publicidad también utiliza a las mujeres como un camino mercantilista para llegar con el producto al público deseado. No es la primera vez que vemos propagandas de hamburguesas, perfumes para hombres o cremas heladas en donde el rol de la mujer esta desnaturalizado y su iconografía apela burdamente al doble sentido.

En lo que respecta a la cuestión cultural, además de la fuerte pregnancia  reproductiva y maternal, están la de satisfacción sexual del hombre, sustento de la casa y su total sumisión y servilismo doméstico. Esto se ve mayormente en las culturas del medio oriente, en donde el hombre tiene un asentado predominio por sobre la mujer, al punto de golpearla, quemarla, desfigurarla  o incluso asesinarla.

Por suerte, la mujer ha ido tomando posiciones dentro de las sociedades modernas y gracias a años de lucha ha logrado llegar muy lejos. El derecho al voto, el derecho al aborto, a una sexualidad libre y los reconocimientos laborales y profesionales ponen una luz de esperanza en el camino. Todavía quedan muros por derrumbar, todavía quedan tradiciones que aniquilar, mentes que cambiar. Lo bueno es que se va en el camino correcto.

Lo importante es entender y concientizar que no existen diferencias, más allá de las del propio género, entre mujeres y hombres y que si pretendemos vivir en una sociedad más justa y equitativa, es necesario caminar juntos, a  la par y de la mano.