miércoles, 15 de julio de 2015

La ética de la descalificación

El que este libre de pecado...
La filosofía del danés Soren Kierkegaard  habla 
de 3 etapas en la que un ser humano utiliza la repetición en su vida, una a nivel de la ética, otra a nivel de la estética y una tercera a nivel de lo religioso.

Existe en gran parte de la sociedad instalada la idea de que cuando alguien sale a los medios masivos de comunicación a exponer algún tema que es contrario a otro, enseguida salen al cruce con argumentaciones que en absoluto pretenden refutar los dichos de esa persona sino cuestionar la veracidad del emisor. Este acto de "matar al mensajero" se está convirtiendo en una repetición ética frecuente y pretende menospreciar el juicio de valor de quien se expresó, ya sea como experto o como simple opinólogo. Es mucho más fácil cuestionar la moral que las palabras, porque para refutarlas hacen falta hechos o argumentos que den por tierra con lo que esa persona está diciendo.

Si pensamos la ética en términos de filósofos como Thomas Hobbes la verdadera filosofía moral es una de las principales leyes de la naturaleza humana y sus virtudes como la justicia, la gratitud, la modestia, la equidad, la misericordia, entre otras (recordar que en el libro "Leviatan" Hobbes propone 19 leyes de la naturaleza) son de carácter bueno, siendo los vicios todo lo contrario. Es por eso, que quienes intentan descalificar al otro lo hacen siempre mediante la exposición pública de aquello que puede entenderse como vicioso o malo, es decir la antítesis de su ética. 

Decir que tal persona es un fiestero, que tal otra es una "puta" o que tal político es un "corrupto", es ampararse en el liberalismo que tanto Hobbes como Stuart Mill, entre otros pensadores, promovieron, ese mismo liberalismo que desdeñan y niegan y que asocian con el capitalismo más salvaje.

Con esto no estoy intentando hacer una defensa de los principios filosóficos del liberalismo de Hobbes o Mill, simplemente demostrar cómo, utilizando el mecanismo de la repetición de la ética propuesto por Kierkergaard, se ataca mediante las contra virtudes, que tan bien Hobbes expresara, para desprestigiar al otro, como si la falta de moral fuera un argumento suficiente para refutar sus dichos. 

Desde Aristóteles, pasando por Hobbes, Mill, Kant entre tantos otros pensadores y filósofos, se ha intentado determinar cuáles son realmente las virtudes que un ser humano debe mostrar para ser considerado "un buen ciudadano" y como estas ayudan a mejorar el desarrollo de una sociedad o Nación, ciertamente ninguno ha podido desplegar una tesis verdaderamente convincente, pues el hombre es propenso a desviarse de las buenas virtudes y ningún emperador, soberano o presidente ha podido, por suerte, ejercer el control sobre ellas con el propósito de crear una sociedad "ideal".

En este contexto, no es extraño que quienes alegan tener una gama de virtudes positivas, utilicen ciertos vicios o malas virtudes para denostar a quien consideran su enemigo. No hay que olvidarse que ya en la Biblia Jesús dijo: "Quien este libre de pecado que arroje la primera piedra"