viernes, 14 de marzo de 2014

Zombie fest

Simulaciones y máscaras
Zombie fest 09/11/2013 Córdoba, Argentina. Fotografía
Noelia González
En noviembre del del año pasado la ciudad de Córdoba se vio invadida por una horda de zombies, monstruos y otras extrañas criaturas salidas del mismísimo infierno. Cientos de jóvenes coparon con su particular presencia, las calles del centro Cordobés, y de alguna manera, le pusieron un toque de cierto encanto macabro al pálido día. Era la perfecta conjunción entre horror y fiesta. 

Ese día, una intensa lluvia destilaba las temperas rojas, los tintes negros caían como grotescas lágrimas sobre los rostros pintados, descascaraba los maquillajes caseros y teñía de un halo perturbador los trapos desgarrados de las vestimentas. Los muertos vivos por un momento fueron dueños de las calles, de las plazas, de los espacios públicos y compartieron parte de su desesperanza con el resto de los mortales, que no siendo parte del fenómeno, se dejaron llevar por su locura frenética y acompañaron su espeluznante marcha.

La ponderación y exposición social de esta contra cultura, o nueva cultura, si se quiere, abre una serie de preguntas acerca de cual es el sentido de querer ser un zombie una vez al año y por qué este inusual, pero creciente fenómeno de masas, cada vez tiene mayor interés por parte de los jóvenes, niños e incluso adultos, no solo en Córdoba, Argentina, sino en todo el mundo.

La respuestas a algunos de esos interrogantes la encontraremos quizá en la sociología del francés Jean Baudrillard, expresada en su libro "Cultura y simulacro" (Baudrillard, Jean. Editorial Kairós 1978) y a través de la psicología social de Erving Goffman en su libro "La representación de la persona en la vida cotidiana" (Goffman, Erving, editorial Amorrortu Bs. As 1959)

Baudrillard, desarrolla la teoría del simulacro como un fenómeno que atañe a las sociedades contemporáneas y que se caracteriza por el surgimiento de la hiperrealidad, la simulación y la confusión entre signo y sentido, además de otros aspectos como la problemática de la ciencia que pierde su objeto de estudio y la perdida de lo divino a través la iconografía.  Para Baudrillard, la televisión y los medios masivos de comunicación son una especie de "código genético" que nos conduce a la hiperrealidad.

Por su parte Goffman  nos habla de las representaciones humanas como una forma de actuación ante los demás en donde la fachada es aquella que utilizamos a diario y constantemente estamos modificando, según sea nuestro rol social. Goffman utiliza el termino actuación para referirse a toda actividad de un individuo que tiene lugar durante un periodo señalado por su presencia continua ante un conjunto particular de observadores y posee cierta influencia sobre ellos. "La fachada, entonces, es la dotación expresiva de tipo corriente empleada intencional o inconscientemente por el individuo durante su actuación".

El fenómeno de la "zombificación" por parte de un sector de la sociedad actual, no es otra cosa que la simulación de un estado de cosas, aprendidas, vistas y reinterpretadas, dentro de un marco de hiperrealismo, el cual conduce, en términos de Baudrillard, a la anulación del objeto por su propio reflejo. El "no muerto", ese que camina y  toma las calles, no es otra cosa que la anulación del muerto resucitado, que cae victima de la simulación y es despojado de toda conexión con su esencia.

Como toda manifestación de expresión que surge dentro del seno de una sociedad, la zombie fest refleja una necesidad incompleta, aquello que no esta presente o no tiene la entidad suficiente. Su aparición, hace algunos años, viene a cubrir los espacios que otros actores sociales no supieron o no quisieron ver en el segmento de los adolescentes, quienes aglutinados en las redes sociales, salen a manifestarse bajo la simulación de un muerto viviente, o para ponerlo en palabras de Goffman, dejar las máscaras de hijo, estudiante, madre, padre, para calzarse la de zombie, aunque mas no sea una vez al año.

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