Cegados por el exitismo
Hoy voy a hablar de fútbol, mas específicamente de nuestra selección Argentina y de su triste derrota ante el seleccionado de Alemania por 4 a 0. Hay que ver las cosas como son, nuestro corazón de hincha incondicional, de fanático exitista, trataba de imaginar una paliza dentro del campo de juego por parte de nuestro seleccionado. En esas picantes charlas de domingo, entre asado y cervezas, pensábamos que "Lio" iba a encender su lámpara de genio y que la iba a romper, haciendo todos los goles que hasta ahora se le habían negado, o que el "Apache", con su potencia, su desenfado futbolístico y su voluntad para ir a pelear todos los balones, iba a poder vencer a la última línea de los alemanes, o que el "Pipita", con su olfato de goleador iba a inflar la red rival cada vez que tuviera la oportunidad de enfrentar al arquero. Pero todo eso no paso, o mejor dicho si paso pero en nuestro arco, porque los alemanes, con un fútbol poco vistoso pero tan simple como certero, nos llenaron la canasta de goles, goles que nos dolieron en el alma, en el corazón, que nos paralizaron por un buen rato y nos enfrentaron a una realidad que no queríamos ver, a una realidad quizá más dolorosa que la derrota misma, la de comprender que nuestra celeste y blanca nunca jugo a nada y que todo lo bueno que nos mostró fue solo una ilusión generada desde nuestra distorsionada visión de hincha fervoroso.
Pero partidos son partidos y este no es el último que jugará nuestro seleccionado. Nada va a cambiar en la vida de los argentinos porque nuestros jugadores hayan perdido en los cuartos de final de la manera tan indecorosa que lo hicieron, pero hay que reconocer que esta dura derrota duele, lastima, hiere como una puñalada trapera. Nadie esperaba un final tan humillante, nadie imaginaba un vendaval de goles en el arco de Romero. El exitismo de creernos los mejores se desplomo como un edificio en demolición cuando el terremoto alemán nos hizo sentir su potencia ofensiva, echando por tierra toda elucubración sobre una eventual final de campeonato. No nos dejo ver que si jugábamos con el mismo equipo que le gano a México no íbamos a poder controlar el poder ofensivo del equipo "teuton", no porque fuéramos inferiores, sino porque le estábamos regalando el medio campo.
Pero partidos son partidos y este no es el último que jugará nuestro seleccionado. Nada va a cambiar en la vida de los argentinos porque nuestros jugadores hayan perdido en los cuartos de final de la manera tan indecorosa que lo hicieron, pero hay que reconocer que esta dura derrota duele, lastima, hiere como una puñalada trapera. Nadie esperaba un final tan humillante, nadie imaginaba un vendaval de goles en el arco de Romero. El exitismo de creernos los mejores se desplomo como un edificio en demolición cuando el terremoto alemán nos hizo sentir su potencia ofensiva, echando por tierra toda elucubración sobre una eventual final de campeonato. No nos dejo ver que si jugábamos con el mismo equipo que le gano a México no íbamos a poder controlar el poder ofensivo del equipo "teuton", no porque fuéramos inferiores, sino porque le estábamos regalando el medio campo.
Ahora vendrán los reproches a Maradona y a los jugadores, en especial a Messi, que no estuvo en el nivel que muestra en el Barcelona, pero no me quiero prender en ese debate de encontrar culpables. Creo que es tiempo de sentarse, dirigentes y entrenadores y hablar sobre cual es el futuro que queremos para nuestro seleccionado de fútbol. Tenemos los mejores jugadores del mundo, los más caros y los más exitosos jugando en el extranjero, solo nos falta entender que un mundial de fútbol y no solo se gana con el talento, también se gana con garra y con tácticas de juego. Por esta vez la nota va sin fotos.
Nos vemos en el 2014 y ojala podamos torcer diez años de fracasos.
Nos vemos en el 2014 y ojala podamos torcer diez años de fracasos.
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