martes, 20 de noviembre de 2012

Ataques Israelíes en la franja de Gaza

Holocausto en tierra Santa

Un niño inocente observa la destrucción de su casa
Hace tiempo que estoy convencido que la humanidad esta cada vez mas loca. Todos los días nos desayunamos con noticias que nos hacen pensar que quizá, a una buena parte de la población mundial, y en especial a sus dirigentes, les esta haciendo falta una buena dosis de psicofármacos  y unas largas jornadas de terapia. El caso de los ataques indiscriminados e inhumanos por parte del Gobierno Israelí en la zona de la franja de Gaza, es una verdadera muestra de la irracionalidad, de desprecio y de odio que un estado puede tener hacia un país vecino. Realmente es inconcebible que se sigan produciendo estos ataques genocidas, devastadores y dolorosos. 

Dos jóvenes civiles corren para refugiarse de las bombas
No hay dudas que el pueblo de Israel lleva la marca de un estado guerrero. Durante miles de años han tenido que luchar por un porción de tierra y siempre lo han hecho de las formas mas violentas, ya sea de la mano de Jehova o  de Benajmín  Netanyauh, solo que esta vez la masacre es impensada, inadmisible  y verdaderamente condenable por todos los que, de alguna manera no queremos mas muertes en medio oriente, no queremos mas odio, no queremos mas rencor, no queremos mas sangre de inocentes derramada en vano, no queremos ver mas rostros desconsolados, en definitiva por todos aquellos que queremos  un mundo mas sensato, mas racional, mas equilibrado y menos criminal.

Paren ya la matanza!!!

jueves, 1 de noviembre de 2012

Cárceles

Sobrevivir en una letrina


Es común ver que los gobiernos construyan  escuelas, hospitales, viviendas, rutas, pero no cárceles. ¿Cual es la razón por la que los gobernantes de turno deciden invertir el dinero que generan nuestros impuestos en otras obras públicas, sin duda importantes,  y no en sistemas penitenciarios modernos y acordes al aumento de los delitos y a los tiempos que corren? La razón sea quizá la idea de que cárcel es sinónimo de represión,  un efecto colateral que la dictadura dejó implantado en el sub consiente de los políticos  y que con el advenimiento de la democracia comenzó  a crecer hasta convertirse en una especie de emblema. Los gobiernos democráticos no construyen cárceles porque no quieren  quedar pegados con el concepto de "mano dura" igual militares y entonces prefieren hacer la vista a un lado y dejar que la naturaleza carcelaria siga su curso, total a la mayoría de ellos, defensores acérrimos de los Derechos Humanos, los presos no les interesa, son una basura y como tal deben estar dentro de un basurero.Esta penosa actitud, no hace otra cosa que dejar en claro que los políticos no quieren reconocer que el delito y  la inseguridad existen y que por lo tanto no van a hacerse cargo de una problemática que les quema en las manos como una papa caliente, y a la cual no saben como resolver.

Se que muchos lectores estarán pesando si, eso es lo que son y merecen estar dentro de ese agujero oscuro, húmedo y mugriento. Pero la realidad es que quienes tienen que permanecer privados de su libertad, no pierden su condición de personas, de seres humanos, y a pesar de lo malo que le hayan hecho a la sociedad o a las personas, merecen un lugar en donde pasar su condena que sea digno, con condiciones sanitarias y de infraestructura adecuadas, sin hacinamiento y con los requerimiento mínimos para una vida en condiciones de racionalidad. Pero la irracionalidad prima y los presos están confinados en un enorme pozo ciego, a donde sus cuerpos, aun  vivos, son depositados a diario, como hace 2500 años atrás, cuando los muertos por la peste eran arrojados al Hades, ese foso con fuego eterno que se menciona en las Santas Escrituras.(Este término es usado en la Biblia para simbolizar el infierno)

Las cárceles, en general de toda Latinoamérica, son peores que una letrina, están construidas hace cientos de años y se han modernizado poco y nada. Son  verdaderos focos de infecciones y de promiscuidad, pero además  no cumplen con el rol para el cual fueron creadas, que es la re sociabilización del condenado. La mayoría de los reclusos salen de allí peor que antes, con mas odio hacia  la sociedad que los metió en ese infierno y con nuevas mañas y artilugios delictivos para aplicar una vez afuera, o sea que el  fin original con el que fueron concebidas, queda totalmente excluido de la ecuación cárcel =  reparación social.

Cada año son mas las personas que por distintas razones ingresan dentro del sistema penitenciario, lo que redunda en mas hacinamiento, mas marginalidad y menos condiciones de salubridad. La mayoría de las cárceles representan no solo un hábitat poco probable para la re inserción social y laboral, sino que son también un peligro para las personas que viven en las cercanías, pues en un alto porcentaje, estas están ubicadas en zonas urbanas con gran densidad de población, un claro ejemplo fue la cárcel del barrio San Martín en Córdoba Capital, una edificación en ruinas construida hace un siglo y con escasas medidas de seguridad, y que funcionó hasta hace unos años y se cerró después de que un motín, pusiera a todos los vecinos del barrio en un verdadero peligro. 

Los que delinquen merecen castigo, deben ser penalizados de forma ejemplar por una sociedad que exhibe dotes de ser portadora de justicia. No son personas disfrutando de unas hermosas y placenteras vacaciones, son delincuentes pagando por sus delitos cometidos. Pero aplicar justicia no implica renunciar a los valores humanos que cualquier país, que se dice justo, debe esgrimir con orgullo, no avala el maltrato, la deshumanización, la humillación y la degradación del ser, porque si permitimos que estos malos atributos infesten el aparato encargado de reparar los daños causados a la sociedad, no estamos haciendo otra cosa, que socavar los cimientos y valores en lo que debe apoyarse cualquier sistema social moderno.