viernes, 21 de octubre de 2011

Globalización

 Un mundo para pocos

El mundo esta cambiando. De eso  no hay duda. La globalización se expande como un mortal cáncer y lo que sucede en cualquier parte del planeta es recibido con apenas unos minutos de delay. La detención y posterior muerte de líder Libio Muammar Khadafi es un claro ejemplo de la interconexión que hoy nos engloba en una especie de enorme vivienda única que se impone a pesar de las enormes diferencias culturales y sociales que nos separan. Hoy todos saben de todos. Nadie esta a salvo de ese ojo avisor que son las nuevas tecnologías. La metáfora de la mariposa que bate sus alas en una parte del mundo y en otra se produce un tifón cobra un sentido profético en estos tiempos.

¿Pero es la globalización algo bueno para la humanidad? Desde el punto de vista informativo, este saber de todos y en todas partes del mundo en el instante en que se produce la noticia, representa el sueño del reportero hecho realidad. Contar con la información "iso facto" y con las imágenes del suceso, puede considerarse de un valor periodístico único. ¿Pero cuales son las consecuencias? ¿Cual es el precio que se debe pagar?
 
Para responder a estas preguntas hay que entender mejor lo que significa y representa la globalización. El aspecto más visible de de este fenómeno es la información y su acelerada difusión. Pero la globalización involucra otras formas, menos visibles y más sutiles, pero no menos invasivas. Me estoy refiriendo a la intromisión de los países más poderosos del planeta y sus empresas multinacionales, en aquellos países menos desarrollados. Estas formas de dominación y control global, son las  que están moldeando y cambiando nuestro mundo de hoy. Las caídas de los regímenes dictatoriales de Sadam Hussein, Hosni Mubarak y ahora Muammar Khadafi, son claros ejemplos de como, tras la fachada inocente de una sociedad única y mundial, se van cimentando las bases hacia una occidentalización del mundo árabe. 

El problema es que estos cambios se están dando de formas muy abruptas y violentas. Guerras internas, revueltas sociales, problemas financieros que afectan a varios países (ver la crisis Griega y sus consecuencias en los demás países de la Unión Europea) son una muestra del poder devastador que tiene la globalización sobre las estructuras sociales y sobre la gente. Miles de personas son víctimas del daño colateral que provoca ser parte de este mundo interconectado y miles más se verán afectadas en un futuro. 
Estar globalizado no mejora la pobreza y el hambre que existe en África o la India por ejemplo, no ayuda a la concientazción del medio ambiente y no baja los índices de delincuencia, por lo tanto cabe preguntarse ¿para que sirve? Y la respuesta es muy simple, para que algunos pocos se adueñen de todo lo que más puedan. Recursos naturales, economías regionales, tierras, identidades, sueños, y el futuro de millones de personas están en manos de quienes,  escondidos detrás del moderno discurso de un mundo más unido, se aprovechan para satisfacer sus deseos más ruines y sus intereses más espúreos.


Sera tiempo de empezar a formar una generación de jóvenes que trabajen para detener el avance irracional de la globalización y evitar de esa forma que muchas idiosincrasias se vean sometidas al artero proceso de tranculturación y obliguen a los líderes mundiales a pensar más fríamente sobre lo que están haciendo y a razonar sobre las terribles implicancias que conlleva la locura de querer ser el dueño del mundo.


miércoles, 19 de octubre de 2011

Grondona reelecto nuevamente

 Otra vez ganó el padrino


Otra vez. Cuatro años más. Nada parece detenerlo. El padrino de fútbol sigue manejando los hilos al mejor estilo película de Hollywood. Ni una cámara oculta ni la orden de un juez pudieron hacer que Julio Grondona, deje de ser el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino. El hombre de hierro se impuso una vez más,  con su poder aplastante, su soberbia y su hábil utilización del miedo ajeno, logro la reelección al frente de la AFA. 

¿Que entuertos oscuros hay detrás del señor Grondona y su séquito de acólitos genuflexos que lo siguen bancando a muerte? ¿Que formas de presión tan fuerte tiene este octogenario señor del fútbol como para intentar callar a quien se le atreva o amansar a otros para que lo sigan indeclinablemente en su camino de ambición y poder? ¿Sera el dinero? ¿Seran los oscuros manejos de la mayoría de los clubes miembros de la Asociación? ¿O sera que el hombre sabe demasiado y es preferible dejarlo que siga como hasta ahora para que no se revuelva el avispero y con ello muchos se pierdan  parte del negocio?
Interrogantes sin respuestas. Lo cierto es que el hombre intimida, aprieta, negocia, amenaza, utiliza su imagen de "kapanga" para  no claudicar ante sus intereses y hasta ahora, el método poco ortodoxo, le ha dado más de 30 años de resultados exitosos.

Hoy dice estar estar enfrentado a muerte con Carlos Avila entre otros... ¿y antes? Parece que la gente se olvida que hasta hace unos años atrás, antes que el Gobierno tomara las riendas de la televisasión del fútbol, el señor Grondona hacía negocios millonarios y sustentosos con el señor Avila, cuando los derechos televisivos los tenía la empresa TyC  de la cual Avila era o es,  uno de sus dueños. Paradojas de un ambiente oscuro y sucio donde el monarca de la pelota sigue impertérrito e inmune a las acusaciones haciendo y deshaciendo las cosas a su gusto. La Afa es hoy un ámbito muy cuestionado y poco transparente, un lugar en donde, si de pesos se trata, no hay amistad que valga., sino pregúntenselo a Maradona.

domingo, 2 de octubre de 2011

La izquierda, anclada en los años setenta


Se vienen las elecciones presidenciales y la izquierda, representada por el emblemático Jorge Altamira logro más de los 400.000 votos que le exigían para poder presentar candidato en los próximos sufragios a realizarse en octubre de este año. A primera impresión uno podría decir que se avisora un prometedor resurgimiento de la izquierda, reflejado en los últimos votos registrados. Lo cierto es que este exponente, expresado en  quienes asistieron a poner su voto en las primarias de agosto, no hace otra cosa que evidenciar que en nuestro país, el movimiento de izquierda sigue teniendo unas cuantas almas que comulgan con sus ideas.

Ahora bien, cabe la reflexión acerca de si lo que propone el partido de Altamira se "aggiorna" a los tiempos que corren o sigue anquilosado dentro las mismas y tradicionales teorías que fundaron el partido hace ya unos cuantos años. Sinceramente no evidencio una evolución, en un sentido estricto del discurso. Sus representantes y el propio Altamira, aún continúan levantando una bandera setentista que, en los tiempos que corren,  remite a un contenido totalmente anacrónico y perimido. Uno de sus candidatos por la provincia de Córdoba, Hernán Puddú, utiliza como emblema de su campaña un afiche en el que reza la siguiente frase: "Que los legisladores ganen  igual que un obrero". Un texto que sin dudas trae escondido una fuerte connotación ideológica que remite a la vieja lucha de clases. "Los poderosos siguen siendo los enemigos del pueblo y por eso se los debe castigar bajándoles el sueldo". 

El punto de esta paradigmática frase es que, como todo lo que  ha hecho y viene haciendo la izquierda  hasta la fecha, nivela para para abajo. La contra frase sería: "Que el obrero gane igual que un legislador" y ahí estaríamos nivelando para arriba, claro que el sentido cambia radicalmente y el espíritu clasista y convativo se derrumba como una torre de naipes. Esta visto que el "staus quo" no se toca

Me parece que la izquierda debería aprovechar este viento a favor que tiene luego de las primarias de agosto y empezar a entender que los tiempos han cambiado, que se pueden seguir las ideas que cimentaron el partido, pero utilizando la inteligencia y la habilidad para adaptarse a un mundo que esta en constantes cambios y que si uno sigue anclado en un discurso formado en los años setenta o presentándose en campaña con discursos como el del afiche, corre el riesgo de quedarse afuera.