martes, 22 de julio de 2014

Ataques Israelíes en la franja de Gaza

Una herida cada vez más grande

Un niño Palestino llora desconsolado la muerte de su madre.
No quería escribir sobre este tema, me rehusaba sistemáticamente. Mi mente y mi cuerpo, quizá como una manera piadosa de protegerme hacia que me callara, que no hiciera nada, que dejara pasar esa foto terrible, esa noticia espantosa y sin sentido. Pero la necesidad de expresarme ante tanto dolor ajeno pudo más que el auto reflejo protector. Es por eso que estoy escribiendo estas lineas, es por eso que quiero decir lo que realmente siento. 

Las terribles imágenes provenientes de la zona de Gaza son tan abrumadoras, tan espeluznantes y tan devastadoras que me obligan a reflexionar, como ya lo he hecho en otras oportunidades, sobre la urgente necesidad de torcer esta locura. La vida, ese preciado bien que tenemos los seres vivos, esta siendo menoscabada al punto de ni siquiera tener el valor simbólico de la lucha por un ideal. Las matanzas son tan indiscriminadas, tan inhumanas que el conflicto por el cual  se disputa es un mero espejismo. 

La consigna es matar por el solo hecho de acabar con el otro, de terminar con su existencia, de aniquilarlo. El estado de Israel quiere reducir a polvo, huesos y sangre a los Palestinos. No tiene otra idea en mente. Ya lo dijo la diputada de Parlamento Israelí Ayelet Shaked "Hay que matar a las madres de todos los terroristas Palestinos"  Y eso es lo que esta haciendo el gobierno de Benjamín Netanyahu. Aniquilar, borrar de la faz de la tierra a toda una raza, a una milenaria cultura. Aquí no se trata de quienes son los buenos y quienes son los malos, se trata de exterminio. Si, de EXTERMINO.

No podemos permitir que esta crueldad  continúe, debemos actuar, del modo que sea, como se pueda, ya sea escribiendo, como mi caso, o participando de otra manera. Pero ya es hora de vencer los miedos, de dejar de hacer la vista gorda, total mi vida, mal o bien, sigue adelante, estoy a miles de kilómetros de distancia y el los que mueren nada tienen que ver conmigo. Trabajemos para vencer ese pensamiento del "no me importa", porque un ser humano que muere en semejantes condiciones, sea adulto o niño es una herida que no cierra en el mundo, y el mudo, es nuestro lugar, es nuestro espacio, nuestro hogar. 

Todos somos hermanos, venimos de un mismo origen, somos de la misma especie. ¿Qué nos está pasando entonces? ¿Por qué buscamos matarnos entre nosotros? ¿Qué nos lleva a esta locura sin fin? ¿Un pedazo de tierra yerma? La paradoja está en que compartimos un mundo con todas sus variantes, su gente y sus culturas  y nos estamos matando por una porción de él.

Mucho o poco lo que se haga espero sirva para concientizar a quienes tienen la posibilidad de cambiar esto, de los contrario, estaremos condenados como humanidad y va ser muy difícil cerrar una herida cada vez más grande.