Las claves del resultado
Los resultados de ayer fueron inesperados, las “paso” habían marcado una tendencia que para muchos no se iba a modificar demasiado y eso hacía vislumbrar una elección dentro las perspectivas que venían manejando las encuestadoras. ¿Qué pasó entonces?
Los resultados de ayer fueron inesperados, las “paso” habían marcado una tendencia que para muchos no se iba a modificar demasiado y eso hacía vislumbrar una elección dentro las perspectivas que venían manejando las encuestadoras. ¿Qué pasó entonces?
Las claves para entender estos resultados son varias y de distinta índole. Voy a intentar esbozar lo que entiendo, hizo que algunos estén festejando de manera exorbitada por aquello que no esperaban obtener y otros estén con caras largas y sin festejos por aquello que no esperaban perder.
En primer lugar voy a hablar de los “derrotados” porque para la mayoría eran los seguros ganadores y eso los ponía en un lugar de privilegio. Creo que una gran responsabilidad de los resultados electorales de ayer la tiene la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien en los últimos años parece haber hecho todo lo necesario para que las presidenciales de octubre desembocaran en el resultado ya conocido por todos. ¿Y por qué digo esto? Por varias razones que tienen que ver con estrategias políticas malas o mal empleadas, decisiones desacertadas y un contexto rodeado de sospechas de corrupción de muchos funcionarios de gobierno, incluida la propia presidenta.
Cristina comete el primer error al dar la orden de que un candidato como Florencio Randazzo no compita en las “paso” contra Daniel Scioli. Randazzo es un político joven, con poco pasado y una gestión al frente de los Ministerios del Interior y Transporte ajustada a la función y con buenos resultados. Scioli en cambio trae en sus espaldas la mochila del “Menemismo”, y además nunca fue demasiado querido por el matrimonio Kirchner, quienes siempre le hicieron la vida imposible por no considerarlo “propia tropa” y viene además, de dos períodos como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires no muy buenos.
El segundo error de la presidenta fue imponer en la fórmula a Carlos Zaninni, hombre fuerte y del núcleo duro del FPV como la persona encargada de marcarle la cancha a Daniel en los momentos en que se le escape el menemista que lleva adentro.
El tercer error de Cristina fue subestimar al rival y pensar que con los leales la elección estaba ganada. Nada más alejado de eso. Cristina nunca fue en búsqueda del voto independiente o indecisos, esos que comulgan con muchas de las cosas buenas que hizo este Gobierno pero con otras no, o esos que veían a Scioli como la cara de los 90. La presidenta siguió firme en su postura y no cambió nada para ayudar al pobre Daniel a mejorar la performance obtenida en las primarias. Siempre le hablo al militante y nunca salió a captar el interés de aquel que no está en la militancia partidaria, pero que también vota.
Pero también tuvo un cuarto error, éste compartido con Scioli, haberle dado la orden de que no debata con los otros candidatos, ese fue el golpe final, el que quizá le dé el "nock out" en el balotaje. Si vemos, todos los candidatos que fueron al debate mejoraron los porcentajes logrados en las “paso”, porque fue allí donde por primera vez pudieron hablarle a la gente y contarle cuáles eran sus propuestas y qué país querían para el futuro. La ausencia de Daniel Scioli en ese debate fue el error más grave.
Pero los resultados de anoche no son sólo una sumatoria de errores de la señora presidenta y líder del partido FPV, sino también una serie sucesos en torno al poder que se inician con Boudou y el escándalo Chiconne calcográfica y terminan con la ruta del dinero K, Hotesur y el caso Nisman. Todos estos hechos, actualmente investigados por la justicia, fueron de alguna manera haciendo mella en la estructura de FPV y en la imagen de la presidenta. No haber apartado al vicepresidente de su cargo para que se pusiera a disposición de la justicia, no haber salido a pedir justicia por la muerte de un fiscal federal, ni dar un día de duelo Nacional y no haber salido a dar la cara en el caso de la ruta del dinero K y Hotesur, hicieron que muchos votantes empezar a replantearse su voto.
La señora presidente cree que ceder, dar un paso atrás o reconocer un error son sinónimos de debilidad y al contrario, son equivalentes de grandeza, porque todos en la vida nos podemos equivocar, pero siempre se está a tiempo de enmendar el error. Eso hacen los grandes estadistas, saber cuándo decir “señores me equivoque”. En su afán de no querer mostrarse débil, la presidenta fue construyendo la derrota que hoy se vislumbra a pesar de que Daniel Scioli le lleva casi 3 puntos de ventaja a Mauricio Macri.
Ahora voy a hablar de los vencedores, aunque aún no esté definida las presidenciales, la alianza Cambiemos resultó ser claramente quien se arroga la victoria. El verdadero batacazo lo dio María Eugenia Vidal al ganarle a Aníbal Fernández la gobernación de la Pcia. de Buenos Aires. ¿Pero cuáles fueron los factores para que una casi desconocida, me estoy refiriendo a su trayectoria política y de gestión pública, haya desbancado a un peso pesado de la Provincia de Buenos Aires como es Aníbal Fernández? Y las razones las podemos encontrar por un lado en el trabajo casi hormiga que hizo la candidata de Cambiemos dentro de los sectores más vulnerables del conurbano Bonaerense y en la confianza de su contrincante del FPV de que los votos de Julián Domínguez iban a ir todos a él. Otro craso error, casi inadmisible en un político del fuste de Fernández. Aníbal trabajo poco en la Pcia, o al menos no lo hizo con la minuciosidad que demostró tener Vidal. Casi que se sentó a esperar que los votantes de Domínguez le fueran leales, y si hay algo que a estas alturas debería saber “la morsa”, esto se lo digo afectuosamente, es que la lealtad en política es solo un espejismo que dura muy poco tiempo. A este impensado error de cálculos, hay que sumarle además la sospecha, hasta ahora no acreditada por la justicia, de estar vinculado en el caso del triple crimen por la efedrina y la imagen negativa que esto causó en la gente. Quizá, si Julián Domínguez hubiera sido el candidato la elección hubiera sido otra.
Creo que la alianza Cambiemos supo hacer las cosas mejor, de hecho levantó los puntos en relación a las elecciones primarias y tuvo cintura política a la hora de manejar las denuncia de corrupción que le llovieron durante la campaña. Apartar al sospechado Fernando Niembro, de la candidatura, si bien no resuelve el hecho en sí y no exime al PRO y a Mauricio Macri del delito denunciado, demuestra una actitud distinta, y en un momento donde había dando vuelta tanto voto indeciso suelto, un gesto así maquilla la escena y genera cierta confianza en el votante y lo que aquí importaba era ganar electores, después se verá cómo sigue el caso en la justicia. En eso creo que hubo un poco más de inteligencia política.
Por último, la campaña del voto útil impulsada con mucho énfasis desde las redes sociales también aportaron lo suyo. Si bien entiendo es una práctica deleznable, porque deslegitima al votante en su convicción y en definitiva termina llevando al electorado a votar al menos peor, a la alianza Cambiemos le sirvió para aumentar unos cuantos miles de votos.
¿Qué va a pasar en el balotaje? Eso habrá que verlo, quien haga mejor su estrategia con los partidos minoritarios y especial con Sergio Massa y UNA que arrastró el 22% del electorado, se llevará el bastón de mando y ocupará el sillón de Rivadavia a partir de diciembre y durante los próximos 4 años.
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